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Después de tantos años consumiendo productos elaborados en serie, hemos vuelto a valorar las cosas hechas a mano. Me sorprende la cantidad de gente que disfruta enormemente con el patchwork, viendo florecer su huerto urbano, haciendo pasteles decorados, elaborando adornos con fieltro y, cómo no, haciendo sus propios jabones artesanales.
También existe cada vez más conciencia por cuidar nuestro medio ambiente, a través de pequeños gestos individuales como el reciclaje o comprando alimentos de origen natural.
Los artículos hechos sin aditivos o productos químicos añadidos, realizados de forma artesanal y a “fuego lento” están ganando cada vez más seguidores, ya que es una apuesta por la salud, el bienestar a largo plazo y la satisfacción personal.
Parece ser que todo vuelve, y apostar por los clásicos es un éxito garantizado. ¿Volverán también las polaroids?
